Salón de palabras

Bienvenido/a. Has abierto una puerta a un mundo mágico. La Voz de los Días tiene la facilidad de convertir la cotidianidad en sueños posibles, de hacernos ser lo que siempre hemos querido ser; volar con la libertad de un pájaro, dejar que la imaginación nos lleve a aquellos lugares que nuestro cuerpo no se atreve, o a veces no puede... En definitiva, ser nosotros. Leerme - me permito lector/a ser osada-, será para ti la prueba de que la Palabra consigue, y en este rincón especial al que has llegado, que poco a poco te quedes atrapad/a y no quieras seguir dando vueltas en busca de lo que ya has encontrado... En este libro cualquier sensación se parecerá más a un sueño que a una posibilidad. Ponte cómodo/a... Y si quieres conseguirlo, tus deseos son órdenes.


lunes, 27 de marzo de 2023

JUGUETES ROTOS. Infancia. II Bienal Benjamín Palencia.




Cuando el arte y la palabra se unen, las imágenes cobran vida.  Un honor formar parte también de este segundo precioso libro editado por Cultural Albacete. La Bienal Banjamín Palencia, en Barrax, fue nueva ocasión donde todo fluyó para saberse afortunada por poder estar entre tanta buena gente, en lo personal, y cada quién con su capacidad de hacer de este mundo loco momentos mágicos, a través de los sueños de tantos.

Dejo aquí mi relato, tristemente real.

JUGUETES ROTOS

 


Dedicado al niño  Aylán Kurdi,

 que no pudo jugar en ninguna playa.

Y a todos los niños que no crecieron.

 

Jugaba en la playa con un cubo de plástico y la mirada inocente sobre la arena. De pronto lo vi. Allí, mecido por las aguas, se acercaba. Como la niña que era lloré ante un muñeco que no tenía corazón, pero cuyos ojos se clavaron en mí con  la última mirada de juguete que le quedaba. Tuve miedo y lo dejé. Corrí hacia mi madre que dormitaba al sopor de la tarde y, atemorizada, me hice un ovillo a sus pies, sobre la toalla.

De pronto todo se llenó con ruidos en un ir y venir de gritos y tristezas. Sobre el bramado del mar llegaban muchos muñecos. El que me pareció el muñeco más bonito de todos, estaba solo. Aún llevaba la ropa intacta y los zapatitos nuevos. El agua bañaba su cabeza  y tenía sal en los párpados quietos. En sus manos, vueltas al sol, quedaban restos de un sueño mojado. Nanas de océano sobre su pelo negro.

 

Aquel día hizo muescas en mi corazón. Los muñecos, juguetes rotos sobre las aguas, eran niños huidos en pateras frágiles hacia ninguna libertad.

Llegarán tiempos nuevos, pero nada cambiará en los duelos encallados.

En los porqué quedará flotando el vacío que se volverá olvido.

Aquella otra guerra diseñada, con la excusa de conseguir la paz, devolvió, como tantas veces, soldados heridos a las ruinas, pero ellos ya no salieron a recibirles. Les robaron la infancia en un lecho de naufragio.

 Con sabor de algas en sus labios pálidos

creyeron soñar con sirenas,

cuando les envolvió un rumor de caracolas,

y la luz les cegó por completo.


Para formar parte de este maravilloso libro que ha resultado, en el que se alude a la Agenda 2030, Esfera Personas, había que escribir sobre la INFANCIA, Pero,  permítanme que, en el caso de mi relato, me refiera a la otra esfera de importancia crítica para la Humanidad y el Planeta, como es la Esfera PAZ, porque son  los pueblos y la humanidad, quienes sufren las aniquilaciones propiciadas por toda guerra.

Cuando escribí el relato “Juguetes rotos”, lo hice desde una realidad que me impactó y seguro que recordáis. La imagen del niño sirio que parecía dormir en la arena. Pero el mar no lo llevó a tierra libre, sino recién ahogado, a una playa de Turquía. Él y su familia huían de una guerra más de tantas. Solo sobrevivió el padre.

Escribir sobre la vida cuando es dura,  no es fácil, porque es sentir dos veces. Una, cuando conoces una situación real, que impacta y se narra tal cual, o cuando se ficciona, porque en realidad no es un mero invento de la mente, sino la recreación de una tragedia.

Desde la imagen, tan dura, del niño Aylán Kurdi que dio la vuelta al mundo, han pasado 8 años, pero el relato es recuerdo por el que pasa una vida. En la narrativa no importa el tiempo, porque éste se adapta a la historia que, en este caso, poco o nada cambia, porque la realidad perdura en los humanos que deciden, con su odio e intereses, sobre la vida inocente, cercenada, también de la infancia.

Hace ya un año del comienzo de otra guerra. Y no importan tanto, que también, los países que la libran, sino lo terrible de quienes miran para otro lado, cualquiera que sea el interés que prime… Los mandatarios deberían evitar las guerras, no alimentarlas.



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