Salón de palabras

Bienvenido/a. Has abierto una puerta a un mundo mágico. La Voz de los Días tiene la facilidad de convertir la cotidianidad en sueños posibles, de hacernos ser lo que siempre hemos querido ser; volar con la libertad de un pájaro, dejar que la imaginación nos lleve a aquellos lugares que nuestro cuerpo no se atreve, o a veces no puede... En definitiva, ser nosotros. Leerme - me permito lector/a ser osada-, será para ti la prueba de que la Palabra consigue, y en este rincón especial al que has llegado, que poco a poco te quedes atrapad/a y no quieras seguir dando vueltas en busca de lo que ya has encontrado... En este libro cualquier sensación se parecerá más a un sueño que a una posibilidad. Ponte cómodo/a... Y si quieres conseguirlo, tus deseos son órdenes.


viernes, 23 de agosto de 2024

Cuerva Literaria de Barrax (10 años)

 




Parece que fue ayer y ya han pasado 10 años desde mi primera Cuerva Literaria. Pensé en hacer algo para rememrar esa década, pero como digo en el escrito que dejo,  anduve algo perdida, entonces mi madre volvió a la memoria de la que nunca se ha ido. Al día siguiente, 10 de agosto, era el quinto aniversario de su muerte, y a ella dediqué este aniversario...

PRESENTE AUSENCIA (Todo es un oxímoron)

 

Confieso que anduve perdida estos últimos días, como si las palabras se volvieran impronunciables y las letras solo fueran garabatos sin destino. Quizá sea eso que llaman la página en blanco, Pensé en invocar a la musa Caliope. Dudé de si acudiría a mi llamado y paciente, la aguardé, por si con su retórica me envolvía en el suave tono de un poema, relato, pensamiento u ofrenda. Me aposté en la trinchera del verano y  elevé la vista al cielo. Las estrellas trazaban el camino de un avión en su vuelo a destino. La noche dibujaba sombras sobre mi casa. Los pinos tejían una red que se movía por una brisa apenas perceptible, y todo emanaba un fuego que no purifica nada. Y de pronto la  silueta de Caliope, la musa de la bella voz, se dibujó sobre las paredes blancas. La vi sentada frente a un pergamino, su mirada perdida en el horizonte del Cerro de la Encarnación. Se de ella que, aunque inmortal, conoce el dolor de la pérdida de los mortales que la invocan. Calíope comenzó a hablarme. Su voz melodiosa, susurrando cada palabra, y yo me aferré a lo que me dictaba como el naúfrago a una tabla carcomida por el vaivén del agua. 

 

En el silencio de la casa vacía,

Las paredes guardan secretos,

susurros de conversaciones pasadas,

Sus pasos, que una vez marcaron caminos,
ahora son ecos en pasillos vacíos.

Su perfume, etéreo, aún flota en el aire,

como un fantasma dulce y melancólico,

En la cocina, su delantal cuelga inmóvil,

testigo mudo de tantas comidas compartidas,

de manos que amasaban amor en cada bocado.

Y mesas siempre dispuestas.

 

Flores de papel creadas por miedo al silencio,

Horas y horas robadas al sueño,

Evitando las pesadillas de siempre.

fuiste la heroína de una epopeya truncada,

Y aquí estoy, blandiendo contra el olvido mi pluma-espada.

Oh, madre, estrella fugaz en mi firmamento,
tu luz, aunque extinta, aún me guía.
En este mundo de asfalto y cemento,

donde la prisa consume cualquier espera.

 

Intenté no llorar. Busqué con la mirada los ojos de mi gata Prosa, y comprendí que era como si ella siempre hubiera estado cerca.

Calíope, satisfecha con su creación, sopló suavemente sobre el pergamino. Las palabras cobraron vida, elevándose en el aire como notas musicales que fueron deslizando el velo de la noche. La musa sonrió, sabiendo que había cumplido su propósito. Sus palabras había capturado la esencia de un amor que trasciende la muerte, un recuerdo que permanece vivo y vibrante en el corazón de quienes aman. Calíope sabía que, a través de la poesía y la elocuencia, podía dar voz a los sentimientos más profundos del alma humana, transformando el dolor en belleza y el recuerdo en un homenaje eterno…

De repente apareció de nuevo, ante mí, el recuerdo que siempre estuvo, porque la ausencia pesa como losa inevitable. Nunca sabemos del todo la falta  que nos hacen, hasta que no hay Madre tras los sueños. Cuando creemos tener tiempo, se rompen los relojes dejando a las horas echas trizas por  los días que ya no serán, en mi caso por culpa de  un verano roto que se repite, y es mañana. Y además de este aniversario de ausencia,  en unos días  cumpliré años sin los suyos, el mismo día y el mismo mes, por eso sigo creyendo que no existen las causalidades, porque hace años una historia singular se tejió con hilos de tiempo y destino. Una madre, la mía, y una hija, yo, unidas no solo por la sangre, sino también por la magia de un día y mes compartido, como si el universo hubiera querido marcar un lazo especial entre nosotras.

 Y de pronto la percibí. No era un fantasma, ni un espejismo, sino la esencia misma del amor que persiste más allá de la vida, y comprendí que el silencio no es un adiós. Es un nuevo lenguaje que aprendemos juntos, ella desde su eternidad y yo desde mi tiempo prestado. Su ausencia se ha convertido en una presencia constante, en esta danza entre lo visible y lo invisible, entre el recuerdo y la esperanza, descubro que el amor de una madre trasciende las fronteras de la vida y la muerte.

Barrax, 9 de agosto, 2024

Cuerva Literaria.

 

 

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