Salón de palabras

Bienvenido/a. Has abierto una puerta a un mundo mágico. La Voz de los Días tiene la facilidad de convertir la cotidianidad en sueños posibles, de hacernos ser lo que siempre hemos querido ser; volar con la libertad de un pájaro, dejar que la imaginación nos lleve a aquellos lugares que nuestro cuerpo no se atreve, o a veces no puede... En definitiva, ser nosotros. Leerme - me permito lector/a ser osada-, será para ti la prueba de que la Palabra consigue, y en este rincón especial al que has llegado, que poco a poco te quedes atrapad/a y no quieras seguir dando vueltas en busca de lo que ya has encontrado... En este libro cualquier sensación se parecerá más a un sueño que a una posibilidad. Ponte cómodo/a... Y si quieres conseguirlo, tus deseos son órdenes.


lunes, 25 de noviembre de 2019

Letras y Mujer (Violencia de Género) PensandoEnTi




El  viernes 22 en el salón de actos de la Cruz Roja, organizado por la UNEE y en colaboración con el Centro de la Mujer y la Asociación "todos por la igualdad de género de Tobarra", tuvieron lugar las Jornadas que, con motivo del día de hoy, "día mundial contra la violencia de género", se llevaron a cabo, en un emotivo encuentro entre ponentes, asistentes y esta que es "La Voz de los Días". Hace unos dos años escribí un relato llamado "Lágrimas en las cebollas", tan impactante que los niños que estaban en la gala celebrada en la Casa de la Cultura, se acercaron a mi, compungidos, y con una ternura infinita me preguntaron si a mi me había pasado lo descrito en el relato. Les dije que no, que era solo un cuento, pero viendo sus caras, me prometí que nunca más volvería, en mis relatos "a matar" a mujer alguna, porque la violencia se escribe sola y yo, al menos yo, no le daré cancha a los maltratadores en mi literatura. Así que, como de un tiempo a esta parte, y haciendo propio para mis letras el lema de "hay salida", yo siempre daré una salida a todas esas mujeres que, en vez de caricias, a manos llenas, reciben golpes, a puño cerrado y otros acaban con sus vidas.
PENSANDO EN TI. 
Carta a una mujer que pudo seguir, que supo encontrar una salida.
Hoy, de nuevo, pensamos en ti. Aquí estamos, otra vez, recordando el esfuerzo realizado hasta conseguirlo, y para que no se te olvide todo lo que lograste. Sabemos que te llegará nuestro aliento. Con lo fácil que es ahora que las cartas son un simple intro en el ordenador.
Te imagino en estos momentos haciendo lo que siempre quisiste hacer, cuando  buscabas  momentos de tranquilidad en un sonido apacible, y simplemente era poder escuchar música (que no es poco). Te veo sonreír mientras te recreas en el ordenado desorden de tu casa, como tú decías,  mientras los niños esparcen los juguetes por su nueva vida, que también es la tuya.
Sé que tardaste mucho en fabricarte las alas que tienes pegadas a la espalda. Que volar te costó el esfuerzo titánico de intentarlo, pero que valió la pena todos los golpes de las caídas, porque ahora ya no haces trincheras con los pañuelos, y tus lágrimas se quedaron en todos los descampados de tu vieja casa, de tu antigua vida.
Hoy, de nuevo, nos hemos reunido para celebrar que un día pudiste coger aquel tren de larga distancia, cargando una maleta de incertidumbres, con las manos tiernas de los niños apretadas a las tuyas, cuando en el andén te despediste de tus miedos. Y yo, que ya me conoces de todos estos años, sabes lo que me gusta eso de contar cuentos, y teniéndote en cuenta, no me he podido resistir y, aquí estoy, rodeada de ya sabes quién: gente con un corazón, tan grande, que se les ha puesto morado. Espero que te guste, se llama "El Camino", una alegoría sobre la liberación, y para que no se te olvide, todo lo que hacemos pensando en ti.

...Te llamaste Huella, Destino…
A veces, Esperanza.

Caminabas por el tiempo que se colaba por las rendijas de tus zapatos rotos ¿Pero, donde ibas?... ¿Qué cargabas en la mochila doblegaba por el peso? Quizá sólo los recuerdos, la vida que habías escrito,  muchas veces, en renglones torcidos.

¿Cuantos nombres tuviste antes de llegar aquí?... También te llamaste Nostalgia. Otras veces, Miedo o Duda.

Cuando te encontré,  miré a tus ojos color cielo y  te hiciste calma. En tu pecho habías prendido una amapola y una mariposa se mezclaba con las hebras doradas de las espigas, hechas cabello.

Sonreíste, sin que en tu boca se dibujara alegría, pero yo supe que habías encontrado, por fin, la Paz para tu dolorida existencia.

Tendí mi mano hacia la tuya, y te izaste de la piedra donde se hizo reposo tu arrastrado cansancio.

Comenzamos a caminar. Sin palabras ni preguntas; sólo con la seguridad de avanzar sin volver la vista atrás, donde quedaron todos tus nombres.

Luego supe que te llamabas LIBERTAD.

Carmen Callado.






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