El pasado 25 de noviembre estuve en la Universidad Carlos III de Madrid, Campus de Getafe en la presentación del libro solidario "No me silencies, escúchame". "Hay salida", es el relato incluido en su antología. Un relato que duele, pero también se escribe de Esperanza, porque me niego a narrar la muerte de una sola mujer a manos de un maltratador.
HAY SALIDA
(Aunque se pierdan los besos)
¿Dónde
están los besos? Aquellos tan dulces no los encuentro. Los busco en la noche,
bajo la almohada, sobre los labios, entre los pliegues del cuerpo. He mirado
esta mañana en la alacena, por si tras las ollas desconchadas me encontraba
alguno. En el salón tampoco están. Ni en el espejo del baño se reflejan. Ni uno
solo. No puedo creerlo; pero los he
perdido. ¿En qué momento perdí tus besos? ¿O, acaso eres tú el que los has
escondido? Sí, eso es. Ahora lo entiendo, dándome de bruces con la realidad. Has
quitado los besos de todos mis rincones.
Aquellos que lamías, mientras me susurrabas, tierno, que yo era el amor
de tu vida. Y yo siempre te respondía que tú eras el mejor corazón para la mía.
No
sé si reír, como puede hacerlo la
cordura, o llorar de nuevo, por la locura en la que esto se ha convertido.
Ahora visto con trozos de piel morada, como una fina muselina entre mis muslos,
y una mirada acuosa continuamente deslizándose por los brazos que abrigo en
verano, para que nadie vea tus huellas marcadas ¡Huellas, qué ironía! Donde
antes estaban ellos: tus besos. Sí, todo se me hace más nítido ahora, que
vuelvo de un reposo no deseado y me
invade el frío de nuestra alcoba revuelta, y el llanto que aún se escurre por las paredes, me
presenta la dura realidad.
Pronto
volverás. Ninguna orden de alejamiento se aleja lo suficiente nunca y, cuando
regreses, puedo yo romperme entera, para siempre.
Por
eso te lo dejo escrito. Siempre decías que se me daba muy bien escribir cuentos
para los niños, y que podía hacer emocionarse a muchos, con mis palabras. Me
voy con ellos, porque, ahora, donde
mejor están, es con su madre y tú, tú no eres quién para quitarles ese
privilegio. Yo nunca los utilizaría contra ti, porque los hijos nunca deben ser
usados como arma arrojadiza para el maltrato. Y porque ya ni siquiera tienes
poder. El poder te lo daban los besos. Pero vete tú a saber en qué lugar del
camino se te perdieron. O quizá los bebiste aquella noche que apostaste en la
esquina equivocada que podrías hacer de mí lo que quisieras, con solo un beso.
Tan seguro estabas de mi amor por ti,
que para atestiguarlo me cruzaste la cara con furia y tus botas dejaron
barro en mi autoestima. Pero no estaré aquí cuando regreses. Y no busques
ahogar de nuevo tu fracaso en alcohol; me
lo he embadurnado todo en las heridas.
Me
llevo tan solo a los niños, que es todo lo que tengo. Bueno, no voy a
mentirte, me llevo también una esperanza que tenía mucho tiempo,
guardada, detrás de la puerta. Tú nunca la viste; y eso que la tenías tan
cerca. Te chocabas con ella cada vez que
trastabillabas tus pies frente a mi miedo, y
reías cuando yo acallaba el ruido de un sollozo para que nadie supiera
que nos estabas robando, a mí, y a
nuestros hijos, tantos besos; y demasiados días sin aquél que antes eras. Tú, quédate el camaleón, la caña de pescar y
tus manías. ¡Ah! También me llevo a los gatos; ellos son
demasiado sutiles, para dejarlos con tu rudeza…
Tampoco
tú busques mis besos por ninguna parte. He envuelto con ellos a los niños,
cuando me han preguntado por ti -son tan inocentes aún-, y les he dicho que papá
se ha ido a la calle a encontrar besos, para perderlos. Pero que nosotros
subiremos a un tren que no tiene parada hasta el nuevo destino. Se han abrazado
a mí y su alegría me ha sonado a
libertad.
Aprende
a hacerte la vida como puedas.
¡¡¡OOOOOOLEEEEEEEEEEE, ÓOOOOOOOOOOLEEEEEE Y ÓOOOOOOOOOOLEEEEEE, MI NIIIÑAAA!!!
ResponderEliminar(así, en MAYÚSCULAS, para que se VEA MEJOOOOR).
¡¡¡ENHORAABUEEEENAAA, BOMBÓOOOON!!!
ABRAZOTES,
Lola.