Salón de palabras

Bienvenido/a. Has abierto una puerta a un mundo mágico. La Voz de los Días tiene la facilidad de convertir la cotidianidad en sueños posibles, de hacernos ser lo que siempre hemos querido ser; volar con la libertad de un pájaro, dejar que la imaginación nos lleve a aquellos lugares que nuestro cuerpo no se atreve, o a veces no puede... En definitiva, ser nosotros. Leerme - me permito lector/a ser osada-, será para ti la prueba de que la Palabra consigue, y en este rincón especial al que has llegado, que poco a poco te quedes atrapad/a y no quieras seguir dando vueltas en busca de lo que ya has encontrado... En este libro cualquier sensación se parecerá más a un sueño que a una posibilidad. Ponte cómodo/a... Y si quieres conseguirlo, tus deseos son órdenes.


lunes, 5 de diciembre de 2016

CONTRA EL MALTRATO: EDUCACIÓN EN IGUALDAD (y un nuevo destino)


NUEVO DESTINO 
Es la continuación del relato leído el año pasado HAY SALIDA, que, escrito para colaborar con el día contra la violencia de género, forma parte del libro solidario “No me silencies, escúchame”. Presentada la antología de relato breve y poesía el pasado 25 de noviembre en la Universidad Carlos III de Madrid, cuando hice una breve reseña del mismo, fue con la convicción de que hay que luchar, sin tregua, para que el maltrato deje de ser una lacra que arrebata la vida y el monstruo no siga alimentándose de muerte.

La mujer de ese relato tiene fuerza y decisión, antes de que sea tarde, para tomar una salida que la aleje del maltrato. Sabe que tiene que desplegar las alas, volar, pero para remontar el vuelo debe soltar lastre. En el andén, con las maletas y dos niños que ríen, ve llegar el tren a la estación abarrotada  de destinos. Acostumbrada a la vida monótona de moratones en la piel que maquillaba de verano y ocultaba de lana en los inviernos, tiene ante sí un mundo nuevo. Cuando tuvo que dejar su hogar, antes de que la orden de alejamiento finalizara, se llevó con ella la Esperanza que tanto tiempo tuvo guardada detrás de la puerta, pero también se llevó consigo una promesa: Dedicaría su vida a educar a sus hijos en  IGUALDAD.
Ella, una mujer que contiene todos los nombres, porque puede llamarse como cualquier víctima.
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Yo, vuelvo a poner Voz a los Días. La oportunidad le da de nuevo la mano a la Palabra. La Literatura abre un abanico de oportunidades para llegar a todos los rincones; a los miedos, para dejarlos ir,  a tocar conciencias, a hacernos reflexionar sobre lo que deberíamos hacer y lo que conviene evitar. La educación, desde el principio, comienza con la Palabra que es voz, es enseñanza y debe ser respeto,  y es la primera regla que todos debemos aplicar para aprender a vivir como IGUALES sin darle oportunidad a las diferencias que conllevan al Odio que domina a la Libertad, haciéndola rehén para acabar llenando sepulturas.

A partir de creer que se puede encontrar una salida,  desde la oportunidad de ser libre para pensar, para actuar, para decidir, vengo pertrechada de algo más que de un relato literario. Vengo a decir, con la libertad bien entendida,  que quiero tocar conciencias. Y me lo permito, aunque no soy autoridad en nada, ni tengo más escaño que este atril donde tanto he narrado vidas en prosa y cotidianidad. Pero donde la fuerza que  me autoriza es, repito, la Palabra, aunque a veces duela, y desde ella, aportar mi granito de arena para llegar al corazón de las personas. Porque las Palabras, dependiendo del trato que se les dé, pueden ser de lo más convincentes. Igual liman asperezas que urden tretas para, una vez organizadas, ganar batallas o perder una guerra…
Y yo, como todos los que aquí estamos, quiero ganar la batalla al maltrato. Traigo un papel y un lapicero para luchar. Letras que unidas se escriben de IGUALDAD. Hay quién boicotea a las palabras. Quién se cree libre y es carcelero de sus ideas y no deja que otras ideas ni palabras, vuelen libres. Eso es vivir en pie de Guerra.

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Ella, la mujer que cierra la puerta llevándose consigo la esperanza que tanto tiempo tuvo guardada detrás de la puerta, llega, con sus hijos, a la ciudad nueva. No se esconde. Sólo se enfrenta a otra vida distinta, pero a la que dedicará toda su energía en mantenerla viva. No debe olvidarse de las expectativas que han viajado con ella. Ni de las pesadillas que tanto tiempo le quitaron el sueño, porque eso le facilitará sueños nuevos. Ha llegado hasta su nuevo destino con el propósito de ayudar a quienes, menos afortunadas que ella, temen no encontrar la salida.  No será fácil. Ha visto mujeres anuladas que ni siquiera pueden poner la cafetera y a muchas mirar con ojos de miedo las esquinas de todas las calles. Pero también ha visto emocionarse a hombres cuando describen sus días. Cuando cuentan que se les rompió la vida y no saben cómo pegar los trozos, y han recibido, también, una patada en su autoestima. Ha estado en una espiral de odio y silencios impuestos a golpe y ofensa, entre mujeres y hombres que fueron niños a los que se les comenzaron cayendo los ídolos que eran sus padres. Encerrados en su cuarto sin más caricia que la almohada apretada a la cabeza, para no ser desgarrados por los gritos. Queriendo simplemente dormir para que, al despertar, la tristeza sólo hubiera sido un mal sueño.
Difícil tarea la que se ha impuesto. Porque, ¿cómo poder determinar quién, cuando y por qué comenzó todo esto que nos hace analizar y repudiar una estadística macabra?
Pero Ella cree que la Esperanza siempre puede con todo. Mira a sus hijos. Un niño y una niña pequeños aún para entender todas las cosas. Pero cree que es la mejor edad (la de la inocencia), para educarles en RESPETO E IGUALDAD, hacia todo, a todos.
Deben crecer sin estigmas sociales, familiares, políticos ni religiosos… Para que ni un solo miedo se cuele por los entresijos de una puerta cerrada sin esperanza.  Fuera, de su educación, todo aquello que suponga miedo y coacción. La Literatura, ya se sabe, es un vehículo para transportar mensajes. La Palabra la mejor herramienta para labrar futuros. Leer para aprender. Aprender para evitar que otro se arrogue la potestad de imponer silencios.
Se afanará en erradicar el estereotipo arraigado por siglos de que la mujer es débil y el hombre tiene la fuerza. De que las niñas deben hacer la cama y arreglarles el cuarto  a sus hermanos, mientras ellos le dan patadas a un balón. Evitará que su hijo piense que su hermana es la que debe someterse a sus caprichos de chicarrón que perdería su condición de machote, si se planchara sus camisas. De que Barbie siempre sería quién aprendiera a hacerle comiditas a Kent y lavar sus calzoncillos.

Debe hacer que la Palabra sea grabada con cincel y martillo para ser respetada. Porque  la violencia que arrebata vidas, no es hombre o es mujer: Es Muerte.

En los cuartos de sus niños penden palabras: QUE NADA NI NADIE TE HAGA SENTIR DIFERENTE. LUCHA PORQUE ALGO CAMBIE PARA QUE NADA SIGA IGUAL.

Se da cuenta que es una luchadora. Que no se considera Víctima de Género. De que HAY SALIDA y las puertas están abiertas. Y si alguna debe quedar cerrada que nunca sea de una patada.
Mira a los niños. Los escucha hablar sobre qué quieren ser de mayores. Está segura de que conseguirá la mejor Educación para ellos…

Porque como dijo Pitágoras: “ EDUCAR A LOS NIÑOS Y NO TENDRÉIS QUE CASTIGAR A LOS HOMBRES.




III Gala Contra la Violencia de Género. 04 de diciembre. 
http://lavozdelosdias.blogspot.com.es/2016/12/hay-salida-relato-incluido-en-la.html


HAY SALIDA Relato incluido en la antología"No me silencies, escúchame"



El pasado 25 de noviembre estuve en la Universidad Carlos III de Madrid, Campus de Getafe en la presentación del libro solidario "No me silencies, escúchame". "Hay salida", es el relato incluido en su antología. Un relato que duele, pero también se escribe de Esperanza, porque me niego a narrar la muerte de una sola mujer a manos de un maltratador.

HAY SALIDA
(Aunque se pierdan los besos)

¿Dónde están los besos? Aquellos tan dulces no los encuentro. Los busco en la noche, bajo la almohada, sobre los labios, entre los pliegues del cuerpo. He mirado esta mañana en la alacena, por si tras las ollas desconchadas me encontraba alguno. En el salón tampoco están. Ni en el espejo del baño se reflejan. Ni uno solo.  No puedo creerlo; pero los he perdido. ¿En qué momento perdí tus besos? ¿O, acaso eres tú el que los has escondido? Sí, eso es. Ahora lo entiendo, dándome de bruces con la realidad. Has quitado los besos de todos mis rincones.  Aquellos que lamías, mientras me susurrabas, tierno, que yo era el amor de tu vida. Y yo siempre te respondía que tú eras el mejor corazón para la mía.

No sé  si reír, como puede hacerlo la cordura, o llorar de nuevo, por la locura en la que esto se ha convertido. Ahora visto con trozos de piel morada, como una fina muselina entre mis muslos, y una mirada acuosa continuamente deslizándose por los brazos que abrigo en verano, para que nadie vea tus huellas marcadas ¡Huellas, qué ironía! Donde antes estaban ellos: tus besos. Sí, todo se me hace más nítido ahora, que vuelvo de un reposo no deseado  y me invade el frío de nuestra alcoba revuelta, y el llanto  que aún se escurre por las paredes, me presenta la dura realidad.

Pronto volverás. Ninguna orden de alejamiento se aleja lo suficiente nunca y, cuando regreses, puedo yo romperme entera, para siempre.

Por eso te lo dejo escrito. Siempre decías que se me daba muy bien escribir cuentos para los niños, y que podía hacer emocionarse a muchos, con mis palabras. Me voy con ellos, porque, ahora,  donde mejor están, es con su madre y tú, tú no eres quién para quitarles ese privilegio. Yo nunca los utilizaría contra ti, porque los hijos nunca deben ser usados como arma arrojadiza para el maltrato. Y porque ya ni siquiera tienes poder. El poder te lo daban los besos. Pero vete tú a saber en qué lugar del camino se te perdieron. O quizá los bebiste aquella noche que apostaste en la esquina equivocada que podrías hacer de mí lo que quisieras, con solo un beso. Tan seguro estabas de mi amor por ti,  que para atestiguarlo me cruzaste la cara con furia y tus botas dejaron barro en mi autoestima. Pero no estaré aquí cuando regreses. Y no busques ahogar de nuevo tu fracaso en alcohol;  me lo he embadurnado todo en las heridas.
Me llevo tan solo a los niños, que es todo lo que tengo. Bueno, no  voy a  mentirte, me llevo también una esperanza que tenía mucho tiempo, guardada, detrás de la puerta. Tú nunca la viste; y eso que la tenías tan cerca. Te  chocabas con ella cada vez que trastabillabas tus pies frente a mi miedo, y  reías cuando yo acallaba el ruido de un sollozo para que nadie supiera que nos estabas robando,  a mí, y a nuestros hijos, tantos besos; y demasiados días sin aquél que antes eras.  Tú, quédate el camaleón, la caña de pescar y tus manías.  ¡Ah!  También me llevo a los gatos; ellos son demasiado sutiles, para dejarlos con tu rudeza…

Tampoco tú busques mis besos por ninguna parte. He envuelto con ellos a los niños, cuando me han preguntado por ti  -son tan inocentes aún-, y les he dicho que papá se ha ido a la calle a encontrar besos, para perderlos. Pero que nosotros subiremos a un tren que no tiene parada hasta el nuevo destino. Se han abrazado a mí y  su alegría me ha sonado a libertad.
Aprende a hacerte la vida como puedas.