Siempre hay
más por venir, siempre queda, un poco más, un minuto, la lanza, un segundo, la
fiebre, y otro segundo, el sueño —la lanza, la fiebre, mi dolor y la palabra,
el sueño, y también el interminable tiempo que ni siquiera vacila ni aminora el
paso tras nuestro acabamiento y sigue añadiendo y hablando, murmurando e
indagando y contando aunque ya no oigamos y hayamos callado”. Javier Marías.
Nos has dejado un poco más solos, Javier. Pero siempre nos quedará, si no París, al menos la esencia de tu Palabra que tanta compañía procura. Y eso nos hará más fácil el camino que nos quede por delante, porque “siempre hay más por venir”, o para poder verlas venir, que no siempre es fácil, como no lo fue saberte por entero, pese a tanto que nos entregaste, para los restos.
Tú,
que parecías enigmático (y quizá lo fueras), nos has dejado, eso sí lo tengo
claro, un poco más solos, y me repito… No de tu prosa, que la tendremos per saécula
saeculorum, sino de poder verse en tus ojos pequeños de mirada grande, para
abarcarte.
¡Ay,
que mente la tuya, Marías…! Como quisiera ya haberte leído todo, por completo,
más no me dio tiempo aún la vida, para aprenderte.
Pero
no te has ido, que nadie lo piense, por tanto
que nos procuraste desde “tu dolor y la palabra” y ahí se quedan, entre
nosotros, para volver a reencontrarte en
cada esquina del tiempo y la memoria.
Y eras tan tú, Marías, que por eso sabías tanto de antemano, porque lo tenías claro, y lo dejaste negro sobre blanco: "Seré amado cuando falte"... Pero también antes, Javier, también antes.
Artículo: In Memoriam
#JavierMarías