Hay quién dice que no es bueno recrearse en el pasado. Yo digo que según para qué. Hay momentos tan bellos de atrás, que bien merece hacerles un hueco ahora que tan feo se ha hecho el presente de sonrisas ocultas y toques de queda al caer la tarde.
Hoy, algunas fotografías se asomaron en blanco y negro al color de la mañana soledada, aunque gélida, y creí, al escuchar el eco del tiempo, que debía recuperar ausencias.
He desempolvado ayeres en aquél día de Reyes Magos con la niña triste que abraza una muñeca zancuda, manteniendo en la mano el carrito de bebé fingido. Hace ya mucho tiempo de aquella fotografía, pero soy tan yo, que no me importa envolverme de nuevo en la nostalgia de mis juguetes rotos. Me pregunto, qué sería sin nosotros inmortalizados en una fotografía. Sin la capacidad de volver atrás hasta recordar aquellos maravillosos años asomados ahora en cartulinas marchitas, cuando la calle es un reguero de silencios sin cabalgatas de sueños porque los reyes ya ni son lo que se esperaba de ellos.