Salón de palabras

Bienvenido/a. Has abierto una puerta a un mundo mágico. La Voz de los Días tiene la facilidad de convertir la cotidianidad en sueños posibles, de hacernos ser lo que siempre hemos querido ser; volar con la libertad de un pájaro, dejar que la imaginación nos lleve a aquellos lugares que nuestro cuerpo no se atreve, o a veces no puede... En definitiva, ser nosotros. Leerme - me permito lector/a ser osada-, será para ti la prueba de que la Palabra consigue, y en este rincón especial al que has llegado, que poco a poco te quedes atrapad/a y no quieras seguir dando vueltas en busca de lo que ya has encontrado... En este libro cualquier sensación se parecerá más a un sueño que a una posibilidad. Ponte cómodo/a... Y si quieres conseguirlo, tus deseos son órdenes.


lunes, 12 de marzo de 2018

PECES DE COLORES



Huele a tierra mojada en un invierno que llora desde hace días; que prepara su despedida, para que lo bello renazca en primavera.

El Bosque extiende sus ramas salpicadas de lluvia.
Pasos chasquean hojas caídas sobre los charcos.
Ojalá fuera un Hada con su varita mágica, me digo para mis adentros, mientras se busca tu cuerpo de niño.

Pisadas lentas. Ojos que escudriñan. Y voces que dejan su huella en el silencio de todos los que te buscan. 
Caminan esperanzas rastreando en la espesura. 
Preguntas y desconcierto graban  pisadas en el barro.

Convertidos todos en producto del miedo,  recorremos el Bosque,  deslizándonos por la liana de la ilusión, en la búsqueda de todas las posibilidades, mirando bajo las piedras, removiendo el musgo, preguntándole a las mariposas que revolotean alrededor de todos los sueños;  donde te encuentras.

Pero el Bosque, de pronto, se cubrió de noche a plena luz del día. 
Es locura y presagio. 
Ya no ves a través de tus ojos de niño.  
Todo es voz quebrada. 
Llantos y días, sin ti.
La Bruja  que lo habita te arrebató la sonrisa, para siempre.

Y tras de tus ganas rotas de buscar peces en todos los mares, de nadar sobre olas encrespadas, todos nos hacemos un poco mejores ante la bondad que arrasa los ojos anegados de tu madre,  enfrentada a tanta maldad oculta en la parte más oscura del alma.

Serás tú, el “pescaito”, a quién una mañana crecieron alas.

A Gabriel Cruz